Se me hizo de noche otra vez mas ahora estaba contigo bajo un árbol. Había problemas, sí, los abismos se estaban sumando y cada tiempo era más difícil que estuviésemos juntos. Tic-tac, tic-tac, ¿qué pasaba? El tiempo. Siempre era el tiempo. La ciudad prendió la luz y nos ocultamos bajo los faros en aquella plaza. La luz estaba encendida y al verte noté que en ti algo brillaba. Tú en tu laberinto me mostrabas las llaves para salir de él. Te irías a donde comenzó todo, era una despedida. Finalmente me abriste la puerta de entrada. Fotografiaste al instante mi mirada para no olvidarla. Fue mi señal de marcha para avanzar por el laberinto, para entrar en ti. Tratando de no toparme con los problemas que ahora te angustiaban. Iba tratando de escuchar las llaves que abrieran más puertas en ti, viendo abismos en los que podría caerme y buscando de dónde aferrarme a tu vida, acercarme ya por lo menos. Iba avanzando por el laberinto.
Encendiste un cigarro y en el kisco prendieron la radio. Las cosas se habían estado complicando, los problemas que ya había cuando nos conocimos ahora formaban el laberinto por el que ahora eras tú quien se iba. No queda más que descifrar el caracol. Como aprendices de mago, conjuramos los signos secretos de un tango. Un tira y afloja bajo el agua. Complicidad al tejer el laberinto. Fotografié, mientras tanto, tu mirada y tatué tu recuerdo. En mi muñeca el reloj sangraba las horas, el tiempo fluía junto con la sangre por nuestras venas. Nos matamos debajo del árbol, te fuiste dejando un cuadro en las paredes correspondientes a tu recuerdo. Un vago pinto las memorias dentro de mi inconsciente. Se ven los gritos y se escucha la sangre, pero al final del laberinto…
[Nota: Hay de referencias a algo, en algún lado]