En el momento considerado como el principio de todo, en el año cero, y cerca del centro del continente nueve familias de humanos despiertan de un sueño que ninguno sabe cuánto duró. Al ser los únicos a mucha distancia a la redonda y por estar en lo que parecía la elevación más elevada en la Tierra, se hacen llamar Los Reyes. Con una especie de primitiva democracia eligen a un señor de señores para que fuera el rey de todo el lugar que se pueda encontrar. Cuentan que en las montañas donde estaban asentados estaban infestadas de bestias mitad reptil y mitad ave, que escupían fuego y podían volar. El primer Rey, Galá Margher, organizó una campaña para exterminar a esas bestias que mataban a los hijos de los reyes y destruían sus casas. Pasaron los años y las familias crecieron y cada vez las bestias eran menos. El primer rey murió y se dice que con él el la última bestia. El segundo Rey, Ende Osphor, construyó un castillo en la cima de la montaña, que a partir de ese momento se conocería como La Ciudad de los Reyes. La Ciudad de los Reyes no sólo sería esa montaña, sino también las montañas vecinas, las cuales estaban comunicadas con puentes y cada vez más habitadas por personas que criaban sus animales y sembraban de forma escalonada. Hubo mucha prosperidad durante el reinado del segundo Rey, a pesar de que pocos eran los que habían bajado de las montañas, sólo los primeros exploradores que buscaban otras familias perdidas en el valle.
Al morir el segundo Rey habían pasado ciento tres años del año cero, la Ciudad de los Reyes había crecido, existían teatros y una universidad en la que se teorizaban aparados mecánicos de todo tipo: barcos, globos, ballestas, armaduras, telescopios, microscopios, sistemas complejos de poleas, etcétera. Las nueve familias de los reyes nunca habían entrado en guerra, conocían la palabra pero nunca la habían usado, en parte porque estaban encerrados en su mundo de entre las montañas y en parte porque se habían sabido organizar y sabido elegir a personas justas para que fueran el primer y el segundo Rey. Se eligió a un tercer Rey, Enrico Tellar, este era impulsivo, creativo, lleno de energía y emprendedor, según sus allegados o beneficiados, también ambicioso, egocéntrico, inmaduro e irresponsable, según sus adversarios, que eran menos. Reinó en una época en que los ciudadanos de la Ciudad de los Reyes, estaban maravillados por el avance de la ciencia y la tecnología, por lo tanto, aceptaron inmediatamente la más grande locura que alguien pudiera pensar en aquel tiempo: explorar el mundo.
De cada una de las nueve familias se eligieron a los hombres y mujeres más fuertes y valientes o curiosos y se mezclaron para formar nueve pequeñas campañas de exploración. Iban armados en caso de encontrar bestias hostiles u otras familias que no fueran amigables. De cada campaña, una persona de cierta familia era la elegida para comandarla, de manera que cada familia tuviera a su cargo una campaña. Durante cincuenta años se extendieron estas exploraciones que dieron origen a nueve fundaciones de nueve ciudades, todas pagarían tributo a los reyes (a las nueve familias que estaban asentadas en la Ciudad de los Reyes), obedecerían a los mismos dioses y velarían por el bien común de todos sus hermanos en las otras ciudades. Las fundaciones, en orden cronológico, fueron las siguientes:
En el año 111, se fundó Yaroz, un pueblo al sur de las montañas, rodeado de arena y bañado en sol. Vivían ahí hombres más primitivos que rezaban a otros dioses y que el Capitán Tomaso Marangon, de la familia Marangon, no había logrado conquistar, pues uno de los dioses de esos hombres primitivos acudió en su socorro.
Dos años después, el dos de enero del año 112, la Capitán Anastasia Kraken, de la familia Kraken, que viajó hacia el norte atravesando los inmensos bosques de pinos, llegó a una bahía nevada. Su campaña atravesó el mar que se extendía a su vista y tras seis días de viaje entre la neblina divisaron una tierra blanca, llena de colinas y osos blancos. No había otros humanos, pero la campaña se estableció en esas tierras, que resultaron ser un conjunto de islas, llamadas después las Islas de Kraken y a la isla más grande se le conoció como Anastasia.
No pasó mucho tiempo para que la Capitán Remedios Margher, de la familia del primer Rey, llegara al oeste de la Ciudad de los Reyes. Su campaña tampoco encontró otra ciudad, sólo un clima más templado. Bosques de árboles enormes y llanuras desérticas igual de enormes. Al no encontrar nada, armaron los barcos y zarparon para cruzar el mar al oeste, viajaron durante tres meses y el noviembre del año 112 llegaron a una nueva tierra, trataron de rodearla viajando hacía el sur, pero pasó una semana y no parecía que fuese una islas. Arribaron y atravesaron una selva muy espesa. Habían nuevos animales y plantas muy extrañas para todos ellos. Sufrieron con los insectos y varios exploradores murieron en el camino comidos por felinos enormes. Pasó otra semana y uno de los más jóvenes de la campaña divisó una columna de humo a lo lejos, a no más de unas horas de camino. Se hizo de noche y la campaña llegó a un lugar despejado de árboles, pero lleno de construcciones gigantes y casas hermosas, que equiparaban en tamaño las construcciones en la Ciudad de los Reyes, pero que las superaban en belleza. Las construcciones no estaban deshabitadas, había otros humanos, y no sólo eso, estos hombres convivían con bestias mitad reptil y mitad ave, salvo que ellos tenían un nombre para esas criaturas, les llamaban dragones. Hubo conflictos, que solucionaron con el tiempo y se terminó fundando la ciudad llamada Assolti.
El Capitán Fango Osphor, de la familia del segundo Rey, no viajó muy lejos, pero su ciudad creció lentamente. Al sur de la Ciudad de los Reyes, al oeste de Yaroz, en una región montañosa y árida, se fundo en el año 113 la ciudad de K’anto. Los habitantes construyeron sus casas en un valle cercado por montañas, pues en esa región los vientos eran de gran intensidad. Había largos periodos de sequía, pero inexplicablemente, K’anto se convirtió en una de las ciudades más prósperas de lo que ahora se conocía como El Continente.
Cuando en el año 111 salieron en nueve direcciones los nueve exploradores, el que viajó más rápido fue el Capitán Bario Hazel Joules, de la familia Joules, viajó hacia el sureste y se encontró con el mar, atravesó el mar y se podría decir que fue el primero en encontrar algo que valiera la pena. Un conjunto de islas con tierras fértiles y buen clima. Tras una tormenta perdieron su barco y con él todo contacto con la Ciudad de los Reyes, y fue cuatro años después, a principios del año 114 que decidieron fundar un segundo reino sintiéndose olvidados. Pasaron siglos hasta que fueron encontrados por algún descendiente de las familias fundadoras, fue en el año 1132 que el capitán Gael Geas IV tratando de darle la vuelta al mundo, que se encontró con los hijos perdidos de la Ciudad de los Reyes en su Segundo Reino. Tras las independencias de los siglos XIV y XV su nombre camibó a las Islas de Ho-er.
En el año 115, el capitán Gael Geas (I), de la familia Geas, que viajo hacía el este, encontrando un nuevo continente, deshabitado por cualquier lado que se le viera. Encontró ruinas de una ciudad si nombre y ahí fue donde estableció que se fundaría una nueva ciudad para los Reyes. Ío, fue el nombre de la ciudad, un centro de arte y cultura como no se conoció otro en la tierra.
Ese mismo año, dos meses después, arribaron en el nuevo continente los hombres de la campaña del capitán San Mazel Tellar, hijo del tercer Rey, siguiendo a Gael Geas, su amigo desde muy infante. Ellos se adentraron más en el continente y construyeron su ciudad en una enorme área llena de colinas, rodeado de montañas demasiado agresivas para ser escaladas. Se dice que en esas montañas había dragones, pues las sombras de estos eran vistas de vez en cuando por los habitantes de la ciudad Tellar, principalmente granjeros. Nunca se encontró un dragón, así que se volvió un mito urbano.
En el año 116, el capitán Bernabé Quintana, que viajó hacía el suroeste, encontró después de atravesar el mar, una enorme isla, habitada por otros hombres de ojos rasgados y con tecnologías que superaban por mucho a los habitantes de la Ciudad de los Reyes. El Capitán Quintana, al ver que no podrían hacer mucho ante las armas de esos hombres, ofrecieron la paz y así se fundó Peña.
En el año 117, la última fundación se realizó por parte de la Capitán Santa Cecilia Vera. Ellos viajaron durante años por el mar, arribando en islas para cazar y conseguir provisiones, rodearon el nuevo continente empezando al sur de Ío y llegando por el sur de Assolti, al norte de Peña. Subieron al norte y al este encontraron las Islas de Kraken y luego regresaron viajando al oeste, al norte del nuevo continente, donde por fin se asentaron fundando una de las ciudades más grandes por aquellos años, la ciudad de Gran Poltov.
Así crecieron cada una de las nueve ciudades durante varios siglos, se construyeron vías castillos en cada una de ellas y se rodearon de pequeñas poblaciones, las historias sobre sus fundaciones se volvieron viejas leyendas que pocos enseñaban como historia, las ciudades eran prósperas pero seguían pagando tributos a La Ciudad de los Reyes hasta que en el año 1563 comenzaron a independizarse una por una y aunque no se volvieron naciones como tal, ya no tenían que rendirle cuentas a un grupo de burgueses en una montaña en medio de un enorme continente. Una de las ciudades más prósperas económica y culturalmente fue Anastasia, muy al norte en tierras infértiles, pero cuna de una revolución industrial sin precedentes. Mientras tanto, K’anto se especializó en la fabricación de medios de transporte, de la más grande variedad y estilo, los más sorprendentes fueron los globos. La Ciudad de los Reyes cambió su nombre a Lirium, por uno de los enormes jardines de la esposa del séptimo Rey, Issac Torán.
La paz duró alrededor de docientos años, pues en cerca del 1825 se desató la Guerra de los Reyes, ya que la gente de Lirium quería recuperar lo que por derecho divino era suyo. El Comandante Quintana fue quien mayor papel tuvo en esa guerra, reconquistando tierras y perdiendo otras, fue una guerra de cinco años y de miles de muertos, y nadie sabía por qué. Poéticamente se cuenta que un hombre llamado Peri Duné fue quién causó la guerra secuestrando a la hija más hermosa de la ciudad. al finalizar la guerra, ya nadie recordaba la historia de los reyes, ni de sus fundaciones, y por alguna razón, nadie recordaba la guerra, ni a los dragones, pues se extinguieron. Se dice que la guerra sí era recordada por quienes la vivieron, pero al no haber motivo para que existiese esa guerra, cayó en un evento vergonzoso para los que pelearon en ella, por eso evitaron hablarlo y todo aquel que la mencionaba era juzgado de loco. Lirium cambió su nombre a sencillamente La Ciudad. Se extendió enorme y no parecía que estuviese construida sobre montañas, sino en una larga planicie rodeada de nubes.
Pasaron los años, de hecho se acabó el año 1999 y los humanos estaban llegando a la Luna. Las campañas publicitarias dominaban el mundo. La televisión tenía un gran papel en las decisiones políticas, sociales, culturales y educativas de todas las ciudades en el continente. Todo el mundo estaba conectado. Gente viajaba todos los días a todos lados. Existían varios idiomas y había gente que hablaba todos. Había guerra al sur del continente, cerca de Yaroz. Había hambre en otros países del nuevo continente y el cielo estaba contaminado. En Anastasia mucha de la nieve que cubría su suelo se había derretido y Gran Poltov estaba atestado de revoluciones. El agua del Ío estaba contaminada y las islas de Ho-er eran un paraíso de perdición para turistas adolescentes. El mundo entraba en decadencia. Habían pasado dos guerras mundiales entre las potencias de ambos continentes y canceres y enfermedades nuevas mataban a cientos de humanos por todos lados. Sin embargo, la gente del mundo se mantenía ignorante de todo eso. Todo se reducía a consumir y tener más de cualquier cosa.
En el año 2131 los gobiernos vendieron los patrimonios de las ciudades a empresas, los ciudadanos trataron de armar una resistencia, pero perdieron ante una nueva tecnología de soldados llamados Fracciones. Seres mitad humano y mitad máquina. El miedo comenzó a gobernar todo y la cultura y la educación cayeron en el olvido para convertirse en sobrevivencia. Mucha gente murió o desapareció. Otros muchos se unieron a las Fracciones. El cielo se volvió negro por el combustible de estás maquinas. Existía una pequeña rebelión anónima que con el tiempo y los años lograron llegar al centro de control de las Fracciones, que no era más que un gobierno monopólico en la Ciudad de los Reyes, que controlaba todo y que había vendido el fin del mundo a personas multimillonarias que lo verían desde la Luna y que regresarían cuando la radiación hubiera disminuido para reconquistar el planeta con una raza nueva y pura. La rebelión logró detener el escape de estas personas pero no la serie de bombas nucleares que provocarían el fin inminente de la raza humana, un diluvio de fuego. La Tierra estuvo deshabitada por gente civilizada cerca de mil años, en el año 3059 se fundo una Nueva Ciudad de los Reyes y se encontraron las ruinas del pueblo de Yaroz, éste se convirtió en la mano de obra para los habitantes de la Nueva Ciudad de los Reyes y docientos cuarenta y siete años después Yaroz se independizó, destruyendo la Nueva Ciudad de los Reyes. Sesenta y ocho años después se refundó la ciudad, pero ahora bajo el nombre de la Nueva Nueva Ciudad de los Reyes.
A partir del año 3400 los humanos conquistaron otros planetas cercanos y las lunas de sus éstos cuando el propio planeta era inconquistable. Yaroz era el país que más invertía en los viajes espaciales y en otras tecnologías. Existían computadoras que almacenaban la consciencia de las personas muy viejas para evitar sobrepoblación y existían enormes universidades por todos lados. Se habían creado nuevas especies de animales y de plantas, bestias enormes que facilitarían el trabajo en la industria o el transporte y que eventualmente se convirtieron en mascotas. Se logró un periodo de estabilidad en muchos sentidos. Durante tres siglos el mundo avanzó a pasos agigantados, pero pasado el siglo del 3701 la tecnología se estancó, los avances eran más bien nuevas formas de hacer las cosas. A parte de que la gente envejecía no había otro cambio notable. Los avances en la física ayudaron a conquistar planetas muy lejanos y se abrieron lineas de comercio con otras especies, generando una falsa ilusión de que los humanos volverían a avanzar a pasos agigantados.
En el año 4037 se desató una nueva guerra y nadie supo porqué.